Ya sea desde el punto de vista del proveedor o del cliente, tener uno o varios contratos de suministro que gestionar significa tener que ocuparse de varios aspectos de los mismos.
La gestión de carteras es el conjunto de actividades destinadas a optimizar la gestión de la propia cartera, ya sea para la venta, por un lado, o para el consumo, por otro.
Está claro que tanto el cliente como el proveedor deben dotarse de las herramientas adecuadas para apoyar la gestión del suministro y los riesgos asociados a él. ¿Cuáles son los riesgos que hay que vigilar?
El riesgo crediticio en la gestión de carteras
El riesgo de crédito es el riesgo de que una de las dos partes no pague lo que debe. Por lo tanto, en un contrato de suministro es un riesgo al que está sometido el proveedor y por eso suele exigir una garantía bancaria o de seguro para cubrir el riesgo de impago del cliente.
Riesgo de contraparte en la gestión de carteras
El riesgo de contraparte es el riesgo de que una de las dos partes no pueda cumplir sus obligaciones contractuales y, más concretamente, el riesgo de que el proveedor no pueda seguir suministrando energía o gas según el contrato.
Ambos aspectos pueden gestionarse adecuadamente en las primeras fases de la contractualización, cuando el cliente selecciona al proveedor y cuando el proveedor, a su vez, evalúa la fiabilidad del cliente. Por lo tanto, durante el proceso de contractualización, tanto el cliente como el proveedor elegido habrán sido analizados desde el punto de vista de la solvencia y la solidez financiera, para que ambos puedan elegir la mejor contraparte con la que obligarse a respetar el contrato.
Riesgo de volumen en la gestión de carteras
El riesgo de volumen es el riesgo de que los volúmenes previstos durante el contrato no se correspondan con los volúmenes realmente consumidos por el cliente. El riesgo de volumen repercute tanto en el proveedor como en el cliente. De hecho, el proveedor, a la hora de comprar energía o gas para el cliente, se basa en una previsión de consumo que, si no se cumple, puede suponer un mayor coste del suministro. Para el cliente, el riesgo de volumen es tanto el riesgo de consumir más de lo previsto (y, por tanto, de pagar una factura sobre un consumo superior al presupuestado), como el riesgo de consumir más en los periodos en los que el coste de la energía o del gas es más elevado.
Es importante, por tanto, que el cliente conozca su propio perfil y dinámica de consumo y que, a ser posible, el proveedor también esté adecuadamente informado. Un mayor conocimiento de lo que ocurre con el propio consumo cuando varía la actividad (si enciendo una máquina o apago una línea de producción) también permite elegir la mejor manera de gestionar el suministro.
El riesgo de precio en la gestión de carteras
El riesgo de precio: es la cuestión a la que son más sensibles tanto los proveedores como los clientes y es el riesgo de pagar un precio demasiado alto o más alto de lo previsto por el suministro de energía. Si bien el concepto parece sencillo si te pones en la piel del cliente, quizás no lo sea tanto si uno se pone en la piel del proveedor. De hecho, el proveedor, cuando un cliente solicita un suministro a precio fijo o de fijación, debe gestionar a su vez el riesgo de comprar la energía o el gas que ha contratado a un precio superior al de venta.
Para gestionar adecuadamente el suministro, especialmente en lo que respecta al riesgo de precio, es fundamental tener una idea clara de las posibilidades de optimización que ofrece: cuáles son los volúmenes mínimos sobre los que se puede solicitar una fijación, cuáles son los periodos (meses/trimestres/años) en los que es posible fijar el precio, con qué frecuencia es posible hacerlo, cuáles son los plazos de fijación antes del periodo de entrega, etc.
De todos estos aspectos depende entonces la posibilidad de optimizar el suministro durante todo el periodo contractual. En general, un proveedor que ofrece contratos de suministro con fijación está dotado, por un lado, de conocimientos específicos y, por otro, de sistemas informáticos que le permiten tener plenamente en cuenta la fijación requerida, los volúmenes cubiertos y proceder correctamente a la gestión de todo el contrato. Por lo tanto, la gestión es relativamente sencilla, teniendo en cuenta que a menudo está parcialmente automatizada y digitalizada.
Por el contrario, los clientes no siempre disponen de un departamento de gestión energética que gestione el contrato de suministro o tenga un conocimiento profundo de los mercados energéticos y su dinámica.
Entonces, ¿qué se puede hacer para optimizar la gestión de la cartera?
En general, existen varias soluciones que permiten a las empresas optimizar el precio del suministro, pero es importante que el coste en el que se incurra sea coherente con las ventajas que se derivan. Lo ideal es contar con el apoyo de expertos que, siguiendo atentamente el mercado, puedan recomendar el momento adecuado para realizar una fijación teniendo en cuenta también las características de flexibilidad del contrato de suministro (¡no todos son iguales!) y el apetito de riesgo del cliente. Con la ayuda del socio adecuado para la optimización del contrato, la gestión del suministro resulta más sencilla y cómoda.