El clima es un factor con un gran impacto en los precios de la electricidad y el gas natural.
Las temperaturas, el viento, la lluvia, el sol o los huracanes son condiciones meteorológicas que modifican las condiciones del sistema energético europeo, aumentando o disminuyendo la demanda de energía y/o de gas natural, por lo que es importante comprender cómo y por qué reaccionan los precios a los diferentes factores meteorológicos.
Temperatura: cómo afectan los cambios a los precios
La temperatura es un factor muy importante y, por lo general, tiene un efecto directo en la demanda de gas natural o electricidad para uso doméstico (calefacción/refrigeración).
Cuando las temperaturas están por debajo de la media estacional en invierno, por ejemplo, aumenta la demanda de gas para calefacción y, en consecuencia, los precios del mercado al contado/corto plazo tienden a ser más elevados; si la condición de frío es persistente, el impacto de las temperaturas también se hace sentir en el mercado forward (a mes vista/trimestre vista y el resto de la curva, aunque es menos pronunciado a medida que uno se aleja en el tiempo).
Un invierno especialmente duro o un comienzo de primavera más frío de lo habitual, como ha sucedido este año, provocan de hecho una mayor demanda de gas para calefacción, el gas almacenado se consume a un ritmo superior al habitual y, como consecuencia, se crea una mayor necesidad de gas para la inyección de verano. Por el contrario, las temperaturas invernales muy suaves (como ocurrió en el invierno de 2018/2019) provocan una menor demanda de gas para calefacción, disminuyendo el uso del gas almacenado y, por tanto, dejando los almacenamientos más "llenos" de lo habitual al inicio de la temporada de inyección. Esto, a su vez, conduce a una menor demanda y, por tanto, los precios tienden a ser más bajos.
En verano, en cambio, las temperaturas muy superiores a las normales aumentan la demanda de electricidad para refrigerar los edificios, lo que provoca un aumento de los precios de la electricidad al contado y a corto plazo y, a menudo, también un aumento de la demanda de gas para uso termoeléctrico, lo que provoca subidas de precios más o menos duraderas en el mercado del gas. Por el contrario, un verano fresco, con temperaturas inferiores a la media estacional, tiende a provocar una disminución de la demanda de electricidad para uso civil y un descenso de los precios al contado.
¿Por qué el viento y el sol son factores importantes en la evolución del precio de la energía?
Con el importante crecimiento de la cuota de renovables instalada en Europa, el impacto de la presencia o ausencia de viento y sol se ha convertido en algo muy importante, especialmente en los precios de la electricidad y el gas al contado y a corto plazo.
Si es fácil entender cómo la baja producción eólica provocada por la falta de viento puede hacer subir los precios de la electricidad al contado, quizá no sea tan fácil comprender cómo este factor suele repercutir también en los precios del gas. De hecho, cuando es necesario suplir la falta de producción de electricidad a partir de fuentes renovables, suelen ser las centrales de gas las llamadas a producir energía, precisamente por su modulabilidad y flexibilidad. Sin embargo, dado que el coste marginal de la producción termoeléctrica es mayor que el de la producción renovable, si hay una falta de producción renovable, los precios al contado de la electricidad tienden a ser más altos y los precios al contado del gas natural también pueden verse afectados al alza.
Por el contrario, cuando el viento y el sol son abundantes, la demanda de producción termoeléctrica suele ser menor, por lo que no sólo los precios al contado de la electricidad son más bajos, sino que el gas natural tampoco se ve afectado por una mayor demanda al contado.
Precipitaciones: ¿afectan a la producción hidroeléctrica?
En muchos países europeos hay un gran número de centrales hidroeléctricas que utilizan ríos o embalses para producir electricidad. Cuando las precipitaciones y las nevadas son escasas y los embalses no se llenan adecuadamente, en la estación siguiente, es decir, la primavera/verano, la producción hidroeléctrica tendrá una duración más corta o una intensidad más limitada. La baja hidraulicidad del sistema, por tanto, tiene un impacto no sólo cuando la producción hidroeléctrica es baja o alta (con un efecto evidente en los precios al contado), sino también en la parte de la curva a plazo de primavera (Q2) cuando, en los primeros meses del año, hay altas o bajas precipitaciones y el mercado "anticipa" el efecto en los precios de la mayor o menor producción hidroeléctrica prevista.
Además, la menor producción hidroeléctrica también repercute en el gas natural. La producción de electricidad a partir del gas natural, recurso flexible por excelencia, entra en juego para compensar el perfil de consumo descubierto por la energía hidroeléctrica; como resultado, la demanda incremental de gas natural se drena en el mercado, provocando un impulso alcista adicional.
El clima "extranjero" también afecta al mercado energético
Por último, hay que recordar que la creciente importancia de los flujos de GNL (gas natural licuado) que llegan a Europa ha "ampliado" el ámbito de influencia de ciertos factores (¡incluido el clima!) que hasta hace unos años no tenían tanto impacto en los mercados europeos. Por ejemplo, un huracán que bloquee las exportaciones estadounidenses de gas desde el Golfo de México o un calor abrasador (o un frío polar) en la zona de Japón/Corea del Sur que aumente drásticamente la demanda de gas son también de gran relevancia para el mercado europeo.
En resumen, el factor meteorológico es ahora absolutamente crucial para entender los mercados energéticos europeos. Así que atentos a las previsiones y puede que un periodo de mal tiempo traiga algo de buen rollo antes o después.
Artículo original en italiano escrito por Bros Energy. Traducido por Giulia Romani