El tipo de contrato energético puede suponer una gran diferencia a la hora de obtener el ahorro deseado. Pero los contratos no son todos iguales: hay tres fórmulas de precios de compra de energía:
Si la diferencia entre una oferta de precio fijo y una de precio indexado es, en general, clara, no se puede decir lo mismo de los dos tipos de precio indexado. Que es conveniente elegir y por qué es lo que nos proponemos explicar con este post. La Oficina de Compras, de hecho, debe ser capaz de comprender todos los elementos necesarios para hacer la elección más informada y conveniente para su empresa.
Soluciones... poco satisfactorias
En la fase de licitación, los proveedores potenciales proponen su mejor oferta comercial con la esperanza de ser elegidos. A menos que el departamento de compras proporcione información específica sobre sus necesidades energéticas y el tipo de contrato, el documento de propuesta será seguramente para un suministro a precio fijo.
Para un operador energético, el precio fijo es la tarifa más rentable, es decir, el cliente se asegura el gas y la electricidad a un coste determinado, independientemente de cómo vaya el mercado. Además, el departamento de compras se compromete a pagar una cuota única para asegurar al proveedor en caso de que los precios del mercado bajen. Esta cuota es calculada por el proveedor en el precio fijo y será más alta cuanto mayor sea la duración del contrato, porque mayor será la imprevisibilidad y, por tanto, el coste del riesgo que cobra el proveedor. En definitiva, con el suministro a precio fijo, el más caro, se paga la seguridad de una cifra que no variará con el tiempo y que se puede incluir en el presupuesto de la empresa sin dar sorpresas.
Con esta elección, te ahorras todo riesgo. Pero no ahorras dinero.
Se podría pensar, entonces, que una fórmula de precio variable sin fijación en el tiempo puede contribuir más eficazmente a reducir los costes en la factura.
Teóricamente, y si el precio fluctuante de las materias primas se mueve a menudo durante el año, esto puede llegar a ser cierto. Al fin y al cabo, el coste final resulta de una media de todos los precios de las materias primas durante el año. A favor del ahorro final, pues, hay que decir que la empresa no tendría que pagar una cuota única inicial que el proveedor decida para un contrato de precio fijo.
Esto es un gran trampa en la que muchos caen.
Esta fórmula contractual es realmente muy arriesgada. Por dos razones:
1) si el contrato está vinculado a las fluctuaciones del mercado, pero la empresa no tiene ningún control sobre él, sólo cabe esperar que los precios no suban subitamente por cualquier motivo;
2) no es posible poner una cifra concreta en el presupuesto.
Se trata de un enfoque pasivo del mercado. No es casualidad que este tipo de contrato sea elegido principalmente por las Oficinas de Compras de las empresas en las que no existe una figura profesional que se ocupe exclusivamente de la energía. La dinámica del mercado es y seguirá siendo un misterio sobre el que, eventualmente, podrá delegar en un consultor externo (¡al que tendrá que pagar una alta cuota!).
¿Dónde está entonces el ahorro?
Construye tu propia factura a través de precios indexados con fijación
Ser activo en el mercado marca la diferencia. Claro que hay que vigilar la curva de precios a la que está indexado el contrato de materias primas día tras día, pero realmente merece la pena. Veamos por qué.
Imagina que pudieras comprar gas y electricidad cuando el precio tiende a bajar o justo antes de una previsible subida brusca. Poder fijar el precio de una parte de la oferta justo cuando los datos del mercado nos hacen pensar "Ahora, hoy es el día adecuado. Me garantizo un gran ahorro hoy". La fijación no es otra cosa que esto.
Estimemos, por tanto, los pros y los contras de un contrato de precio indexado con fijación.
Esta fórmula contractual permite comprar la totalidad del suministro en diferentes momentos, en cuotas del 10%, y con amplia antelación. Básicamente, el cliente construye su propia factura. Los que realizaron fijaciones durante el primer confinamiento por el Coronavirus, por ejemplo, se ahorraron mucho dinero.
El usuario interesado en el contrato de precio variable con fijación puede solicitar al proveedor la máxima flexibilidad. De este modo, cada contrato puede ser diferente y estar hecho a medida.
Podría argumentarse que un contrato muy flexible con numerosas fijaciones tiene un coste elevado. De hecho, la gestión se vuelve muy compleja y, para ello, es necesario un consultor experto que sepa actuar en el momento adecuado. Es complicado que una Oficina de Compras controle también el mercado energético y entienda sus tecnicismos. Sin embargo, la consultoría pesa mucho en los gastos anuales de una empresa.
La alternativa digital a las caras consultorías externas
Afortunadamente, existen soluciones digitales que permiten gestionar el contrato de precio indexado con fijación. ¿Cómo?
- Mediante un seguimiento constante del mercado de materias primas;
- Sugiriendo a la Oficina de Compras los mejores momentos para arreglar;
- Ahorrando dinero en comparación con los costes de un asesor.
Se tratan de herramientas online basadas en previsiones de mercado y algoritmos, detrás de las cuales hay verdaderos expertos en el sector energético, que permiten la gestión activa del contrato y que tienen costes de suscripción muy inferiores a la colaboración de un consultor.
En un año en el que el uso de lo digital ha aumentado exponencialmente debido a la epidemia de Covid, merece la pena explorar esta oportunidad de ahorro que ofrece la tecnología.