En los momentos en los que los precios del gas y la electricidad son muy elevados durante mucho tiempo, como está ocurriendo en Europa desde hace unos meses, ciertas cuestiones propias del mercado mayorista, como los costes financieros, la liquidez o la volatilidad del mercado, se vuelven extremadamente críticas para los proveedores y repercuten aguas abajo, hasta el punto de afectar al cliente final del suministro.
Para entender esta dinámica, es necesario analizar qué actividades y costes relacionados con el suministro de gas o electricidad suele tener una comercializadora cuando tiene una cartera de clientes a los que vende estos bienes.
Mayores costes financieros "básicos"
Para comprar físicamente gas o electricidad a una contraparte o en el mercado spot, independientemente de la fórmula de precios elegida por los clientes, una comercializadora debe ofrecer garantías financieras para cubrir sus compras. Suelen estar dimensionados en relación con los volúmenes comprados y el valor correspondiente en euros (llamado nocional).
Si el precio del gas ha aumentado de 20 €/MWh a 80 €/MWh, para los mismos volúmenes comprados, una garantía financiera de una cantidad fija será hoy suficiente para cubrir (mucho) menos de la mitad de las cantidades cubiertas el año pasado. En la práctica, esto se traduce en un aumento de las necesidades financieras (triplicadas o cuadruplicadas) para los mismos volúmenes de gas o electricidad comprados.
La consecuencia directa es que una comercializadora se enfrenta ahora a unos costes financieros mucho más elevados que hace unos meses sólo para poder adquirir físicamente el gas o la electricidad necesarios para satisfacer a sus clientes, independientemente de la fórmula de precios exigida por éstos.
El aumento de los costes financieros también se debe a los mayores desequilibrios de tesorería de los proveedores, típicos del negocio de ventas. Si un cliente que compra electricidad o gas paga su suministro 30-60-90 días después del mes de consumo (según las condiciones del contrato), la comercializadora suele pagar mucho antes la electricidad o el gas que ha comprado. Los plazos de pago varían desde una/dos semanas después de la retirada -términos típicos en los mercados al contado- hasta 15/20 días después del final del mes de consumo, según las normas contractuales entre las contrapartes. Si los precios del gas y la electricidad suben, el desequilibrio de tesorería resultante tiende a amplificarse y esto puede provocar un aumento de los costes financieros de la comercializadora.
Mayores costes financieros para coberturarse
Además de los costes financieros mencionados, que son comunes a todas las fórmulas de fijación de precios (fijos o variables), surge otro coste financiero cuando se trata de coberturarse. Cuando un cliente desea fijar una parte de su consumo, la comercializadora, a su vez, tiene que realizar una cobertura financiera para fijar el precio ofrecido al cliente y no quedar expuesto a la variabilidad de los precios.
Así pues, la comercializadora tendrá que recurrir a una contraparte o al mercado directamente para suscribir un contrato financiero y, huelga decir, que para hacerlo necesita una garantía financiera o un depósito en efectivo, de nuevo dimensionado en relación con el nocional (precio x cantidad). Una vez más, los precios más altos significan mayores garantías o depósitos que hace unos meses y, por tanto, mayores costes para el proveedor y, en consecuencia, mayores costes para el cliente.
Entre los costes financieros en los que incurren las comercializadoras por la actividad de venta de gas y electricidad a una cartera de clientes finales, los mencionados anteriormente son los más relevantes como impacto directo en el cliente en la situación actual del mercado. Por tanto, los aumentos de precios obligan a las comercializadoras a incurrir en costes mucho más elevados que el año anterior, lo que normalmente se incorpora a las ofertas que se hacen a los clientes. Por lo tanto, el suministro no sólo es más caro por el nivel absoluto de los precios, sino también, indirectamente, por cómo estos aumentos afectan a los costes financieros de toda la cadena energética.